JUGANDO
Ana preparaba la comida. Como un autómata manejaba utensilios y mezclaba ingredientes, movimientos tantas veces repetidos. Le llegaban desde el salón las voces y los ruidos de sus hijos jugando. Pedro, de nueve años, y Marina, de siete, ya habían comenzado las vacaciones de verano. Ana se alegraba de que fueran capaces de jugar juntos, no como otros hermanos que siempre se peleaban, según oía a algunas madres.
Puso la mesa y llamó a los niños. Tres veces, era parte de la rutina que no obedecieran a la primera. Cuando fue a servirles el primer plato casi se le cayó la olla al ver la cara de Marina: tenía una marca roja debajo del ojo, en un pómulo que comenzaba a hincharse.
—¡Marina! —gritó— ¿Qué te ha pasado?
—No es nada —respondió la niña estirando el cuello para ver qué era lo que iba a servirles—. Ha sido Pedro.
—¡Pedro! ¿Has pegado a tu hermana? —giró la cabeza hacia su hijo, pero antes de que este contestara, prosiguió—. Come rápido y te vas a tu cuarto. Estás castigado toda la semana sin televisión.
Pedró apretó los labios y bajó la cabeza. Ana vio que varias lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas. La verdad es que no lo entendía, era un niño muy tranquilo, siempre cuidaba y defendía a su hermana. Sin embargo, no solía responder cuando en el colegio le pegaban a él; se disgustaba mucho.
—¡Mamá! ¡No lo castigues! —protestó Marina, que tenía más carácter que su hermano— Solo estábamos jugando.
—¿Jugando? ¿A qué demonios estabais jugando para que te hiciera eso?
—A mamás y a papás.
A Ana se le atragantaron las palabras y sintió que le faltaba el aire. Inconscientemente, se llevó la mano a la cara, al lugar en el que, bajo una espesa capa de maquillaje, ocultaba la prueba del último golpe.
Relato finalista en el II Concurso de Relatos Cortos sobre Violencia de Género convocado por la Fundación Luz Casanova.
Genial Luna, es un cuento muy pedagógico. Te felicito.
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Sobre todo para adultos 😦
¡Muchas gracias!
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De hecho, que lo consideré como un cuento para adultos, niños y niñas más bien nos enseñan. 🙂
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Y yo creo que nos enseñarían más si les prestáramos más atención y no les subestimáramos.
¡Gracias otra vez! 🙂
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No se debe subestimar a los niños y a las niñas, ellos tienen menos prejuicios que nosotros, por tanto su observación inocente es mucho más objetiva que la nuestra. Me gustan tus cuentos, son educativo. 🙂
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Enhorabuena, Luna!! Los niños repiten las conductas de los padres, para bien y para mal. Un beso
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Y además las interiorizan como buenas, o normales.
Muchas gracias, Mayte.
Un besote
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¡Genial!,Luna. Llevaba varios días sin apenas acercarme al ordenador y de verdad que ha valido la pena el regreso: bonito, didáctico y -por desgracia- siempre actual.
Un abrazo.
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Me alegra que te guste, y también que te hayas acercado al mundo virtual 🙂
Muchas gracias, un abrazote
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Muy bueno. Sí, por desgracia muchas veces se repiten o imitan comportamientos y modelos de lo que ven.
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Justo le decía a Mayte, repiten e interiorizan como normal lo que ven. Tenemos una responsabilidad muy grande…
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Duro relato, pero desgraciadamente más real de lo que nos gustaría. Me ha gustado mucho lo que transmite. Enhorabuena de nuevo.
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Muchas gracias, Cristina. Como dices, algo tristemente real.
Bienvenida a mi rinconcito 🙂 ¡Buen día!
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¡Real como la vida misma! Los niños son esponjas y todo lo perciben casi visceralmente (mucho más de lo que imaginamos los padres). En este caso los malos tratos resultan todavía más terribles por la naturalidad con la que se explica la niña. Salvo casos excepcionales, creo que es aplicable eso de «Dime como es el niño y te diré como son los padres». Un beso, guapetona.
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Yo también lo creo. No nos damos cuenta de la influencia que tenemos en ellos, y muchas veces creemos que no se dan cuenta de lo que pasa.
Gracias, Carmen. Un besazo
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Ha muerto Forges. Te lo dedico…

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Ja, ja, muchas gracias. Parezco yo hasta por los rizos, ja, ja.
Grande Borges e impresionante legado que nos deja.
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Jaja, stupenda reflexión. Es buenísima la viñeta, además salen 3 niños justamente. El perro subido al armario… bueno, lo cambiamos por gatos y ya está. Aunque pone 5:38 am (tu blog refleja la hora con 1 hora atrasada), son las 6:38 en realidad… glups, cómo madrugas. A esa hora andaba yo llegando al trabajo.
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Según días pero de las 7:20 no paso 😦
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Pues como diría otro grande del humor…»¡Jarl! ¡No puedor!».
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Por Dios, que joya de micro. Te felicito!!
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¡Muchas gracias, Julio!
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De nuevo pones el cuento sobre una de las más dolorosas llagas sociales. Es un relato excelente Luna. Un besazo.
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Mucho trabajo hay que hacer en diferentes ámbitos para erradicarla.
Yo siempre digo, tal vez un día escriba una reflexión sobre esto, que no hay que educar a los niños, porque ellos vienen de serie sin prejuicios. Hay que enseñar a los adultos a no «deseducarlos».
Muchas gracias, Carlos. Un besote
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Reblogueó esto en EL RINCÓN DE MARy comentado:
Me ha encantado. No se puede decir más en tan pocas palabras. Lo he re loqueado, espero que no te importe. Este relato merece ser leído.
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Al contrario, me encanta que lo hayas compartido. Muchas gracias y ¡buen día!
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Gracias a ti por compartir tu ingenio con nosotros. Eres buena, muy buena. Espero que llegues lejos en el mundo de las palabras
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¡Muchas gracias! Da gusto empezar el día leyendo esto 🙂
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Pfuf! Luna, se me han puesto los pelos de punta,
Grandísimo relato, y por desgracia una lacra que a ver si somos capaces de eliminar.
Magnífico relato!!!!
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Ojalá lo seamos, esperanza hay que tener siempre.
¡Muchas gracias!
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Precioso,Luna. Es un relato que pone de manifiesto esta lacra que padecemos. Es verdad que el heroismo no se le puede exigir a nadie pero, la cobardía tampoco se puede disculpar.
Homenajeando a Forges, una de sus frases: «La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias».
Me ha encantado como has sabido llevar el relato a través de los niños.
Besiños palmeiráns, princesa.
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Muchas gracias, Magdalena. Me gusta mucho esa frase de Forges, y muchas otras, gran legado ha dejado.
Besotes 🙂
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La educación comienza por casa y es que no solos los genes se heredan, las costumbres también.
Un beso.
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Completamente de acuerdo contigo. Vale que nadie es perfecto, pero debemos cuidar el ejemplo que damos.
Besotes y buen finde 🙂
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¡Enhorabuena, Luna! Los relatos más terroríficos se encuentran en la vida cotidiana. Saludos.
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La realidad supera a la ficción…
¡Muchas gracias! Un abrazo y buen fin de semana 🙂
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¡Ostras, es total!
Se me pasó la entrada con el trabajo y que he vuelto a estar enferma. Me ha ausentado por aquí…
Muy buen relato y enhorabuena por el reconocimiento.
Buenas noches, Luna 🙂
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Oh, espero que ya estés recuperada.
Muchas gracias 🙂 Cuídate mucho, un abrazo.
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Sí, ahora ya mejorcilla. ¡Gracias!
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Duro relato de una verdad tan critica como cierta, bien trazado por tu pluma.
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Muchas gracias, Daxiel 🙂
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Cómo te pones en la piel de otros!👏👏👈
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Gracias 🙂
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Los niños no nos oigan, nos miran.. . Encantada de conocer su blog.
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oyen….ohhhhh …una errata.
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A quién no le pasa… 😦
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Los niños se enteran de mucho más de lo que creemos… Encantada yo también, ¡bienvenida!
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No encuentro palabras para describir un cuento tan real, diré que GENIAL. Un abrazo Luna.
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Muchas gracias, Francisco. Parece que los niños están ahí como muebles y no se enteran de nada pero es todo lo contrario. Otro abrazo de vuelta.
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Más de un año después, encuentro este relato. Maravilloso, Luna. Cuánto has dicho en un diálogo tan corto y en una escena tan rutinaria. Me encantó, abrazo enorme.
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Me hace ilusión que se lean mis entradas antiguas. Muchas gracias, Poli, por pasar y por tus palabras.
Un abrazo
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