DIFÍCIL DECISIÓN
Una gota de sudor se desliza desde mi frente mientras observo el panel de mandos de la condenada máquina. No estoy seguro de haber elegido la opción adecuada, y un error podría ser funesto. Me palpitan las sienes y por encima del ruido del fuerte latido de mi corazón escucho, desde dentro de mi cabeza, a mi madre rogándome que no lo haga, que piense con la cabeza, sea un buen hijo y me quede a su lado. No le hice caso. Ni sus lágrimas me detuvieron; fui capaz de mirarla a los ojos y decirle que la decisión estaba tomada y nada me detendría.
Y ahora estoy aquí, indeciso, tembloroso, amedrentado. Quisiera dejar de ser un hombre de cuarenta y cinco años y volver a ser un niño y estar junto a ella, que me siente en su regazo, me abrace y me diga que todo ha sido una pesadilla y a su lado no me pasará nada malo. Pero ya no puedo volver atrás.
Cojo aire y lo arrojo de golpe, alargo el dedo índice de la mano derecha y pulso el botón de inicio. Espero, con los hombros contraídos y la mandíbula apretada. Escucho un siseo que me detiene el pulso. Me escuecen los ojos ante la ausencia de parpadeo. Advierto que una cascada de agua cae hasta el centro del dispositivo y de repente se para. Retengo la respiración. Entonces, el compartimento donde metí mi ropa comienza a girar. ¡Sí! ¡Lo conseguí! ¡He puesto una lavadora! Relajo los hombros, destenso la mandíbula y una enorme sonrisa me pliega los mofletes.
Ha desaparecido el miedo y con él se ha despejado mi duda: era hora de ser independiente. Me recreo en mi victoria mirando la ropa mojada y revuelta girar; y me pregunto cómo demonios hará ese aparato para sacarla limpia, planchada y doblada.
Con este relato participé en el concurso Independiente de Paula De Grei. Podéis leer a todos los participantes aquí.
Ja ja ja, lo de planchada y doblada es otra historia. Muy bueno…
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A saber qué cara pondría al verla salir mojada y arrugada… ¡Muchas gracias!
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Jajajajaja, es buenísimo.
No me lo esperaba y me he reído mucho.
Y hasta colocada en el armario. Magia!!!!
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Ya ves, y luego nos quejamos quienes realizamos las tareas hogareñas, ¿de qué? ¡si lo hacen todo las máquinas!
¡Muchas gracias! Besotes
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Muy divertido. Inesperado totalmente que el relato hablase de algo tan «mundano». Me ha gustado muchísimo.
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Y mi personaje se ha relajado muy pronto, sin ver de qué color y tamaño le sale la ropa…
Muchas gracias, Rebeca. Un abrazo
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No me puedo creer que aún sucedan cosas así. Ese pazguato tan divertido debe tener nombre y apellidos. Que se sepan. Y a la Telefunken programable no me la toca nadie, ni un botón, porque incluso mantenemos una relación declarada en el Facebook.Un besote.
Ya me imaginaba al mozalbete lanzando al espacio un cohete. O algo así.
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Je, je, te engañé. 😉
La independencia es un paso importante lleno de trabas… si no se ha espabilado a tiempo.
Gracias, Carlos. Un besote
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No sé dónde vives tú, pero en mi caso (soltero e independiente desde hace años) conozco a muchos de mi quinta y menores (ellas y ellos, de cuyo nombre no quiero acordarme) crecidos en el matriarcado del «no te levantes de la mesa» que hemos pasado por ello (yo hace ya años) y algunos siguen pasando, casados incluso… Abogados, economistas, obreros… Y las madres (de ese pelo, mi madre es virgen) encantadas… El siglo XXI ha traído los Congo como animal de compañía para muchos… El relato es divertidísimo por ser real.
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Gracias Ángel. A los 21 años aprendí a manejarme. Disfruto de la jubilación en la ciudad que vió nacer la Santa Inquisición. Me parece penoso que sea un hecho habitual y me sorprende que ninguna mujer consienta hoy en día que algo así suceda en su pareja, Tampoco creo que la formación académica ofrece una garantía de solvencia familiar, social o personal. Y mucho menos que faculte para limpiar el cuarto de baño o manejar una cocina. Pero a tenor de los comentarios, aunque apenado, debo fiarme de lo que asegura la entrada. Un abrazo.
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Carlos, eres un ejemplo de compañero y persona y yo ya lo sabía. 😉
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Lo que disfrute atendiendo a mis niños no lo imagina nadie.
-Los monos a la rama.
-¿Y los petardos?
-¡A la cama, con baño, cena y pijama!
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¡Ja, ja, qué guerra dan y cómo se los disfruta!
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Ya hace tiempo de aquello, pero siempre será uno de mis mejores recuerdos. Como que a veces les preparaba el puré con criadillas de choto para merendar. Y lo mejor es que ahora están convencidos que exagero. Jajaja.
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Yo me lo creo, ja, ja
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En mi trabajo había un chico que todas las tardes pasaba por casa de sus padres a por los tapers de comida para el día siguiente, y otro le llevaba a la madre la ropa para que le hiciera la colada. Pero es cierto que la mayoría a mi alrededor no son así, por suerte las cosas van cambiando, y como tú dices, no es solo cosa de los hijos, también de las madres y padres. Las unas deberían (deberíamos) criar hijos independientes, y los otros también y para ello dar ejemplo.
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El giro del final es buenísimo, ahí empieza la verdadera aventura de la independencia familiar: la plancha, esa gran desconocida … Un abrazo.
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Esas ropas que pasan un tiempo indeterminado en la bicicleta estática para luego ir cogiéndolas y pensando: «Bueno, no está tan mal, me la pongo sin planchar…» . O igual solo hago yo eso, je, je.
Muchas gracias, Raúl. Un abrazo
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Jajaja… es así totalmente. Me ha encantado el relato porque ya sea la lavadora, el lavavajillas, la plancha (que ni saben que existe) el horno, la cafetera, todo se les hace un mundo. Si, un mundo que les separa de su comodidad.
Un abrazo.
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Por suerte la sociedad va cambiando, despacio, pero lo hace. Hace poco mi madre me contó que recordaba cuando los hombres comenzaron a bajar los domingos a comprar el pan, ¡un escándalo! (No para ella).
Muchas gracias, Estrella. Un abrazo
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Pues imagínate si les veían los vecinos tender la ropa… Yo tengo más años que tú y lo he sufrido en mis propias carnes, jajaja…
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Me has recordado a un abuelito que conocí, paseaba orgullosísimo a su nieto porque por los convencionalismos de la época no pudo hacerlo con sus hijos.
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Mi marido no cambió ni un solo pañal a mis hijos… y llevarles con él, cuando ya eran grandes e iban andando por su propio pie, ¡qué cosas dices!
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Este tema da mucho juego. Gracias que las cosas van cambiando… es bueno para todos
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Desde luego que van cambiando, afortunadamente, pero lo hace despacio para mi gusto.
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Y sigue mirando como da vueltas el aparato… muy bueno!!!
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Es que hipnotiza, como el microondas, pero es mejor porque dura más y no emite ondas. 😉
¡Muchas gracias!
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Jajaja muy bueno. Me has llevado por donde has querido hasta toparme con la lavadora. En mi mente se habían dibujado diferentes escenarios, pero en ningún caso ese jajaja
Verás cuando termine el lavado qué cara se le queda jajaja
Besote, Luna
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Se pondrá a tocar botones a ver si hay suerte. 🤣
Muchas gracias, Lídia. ¡Un besote y buen día!
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¡El minuto de seguridad se le va a hacer eterno, a ver si encima revienta el cierre!
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Yo creí que estaba a punto de pilotar un avión de tecnología avanzada, ja,ja,ja. Y en realidad para el muchachote de cuarenta y cinco años, la máquina infernal que tenía delante era más complicada y peligrosa que todo el grueso de los controles de uno de fuselaje ancho.
Tienes una mente, querida…
Besiños palmeiráns.
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Subestimamos a las útiles lavadoras, qué también tiene su cosa, je, je.
Muchas gracias, Magdalena.
Besazos
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Cuando se dé cuenta de que ha juntado la ropa blanca con la de color va a ser la risa.
Muy bueno. Te dejo, que estoy oyendo que toca el suavizante.
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Mira, no te lo vas a creer, pero… se me ha pasado el suavizante por estar escribiendo el primer comentario.
Soy vidente.
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Vaya, me siento culpable. Te voy a hacer una sugerencia para calmar un poco mi conciencia: ¡lleva esa lavadora a un museo y compra una automática!
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¿Cómo le iba a hacer eso, si es como una hermana pequeña? Pero literalmente: el técnico que la arregló el año pasado, tras hacerle la prueba del carbono 14, estimó que tenía alrededor de dos años menos que yo (y que tú). Además, nos pidió permiso para hacerle una foto argumentando que «mi hijo nunca ha visto una de estas».
Honestamente, un cacharro tan fiel no merece que le hagamos el feo de darle el pasaporte. Si es que esta juventud descarriada que no respeta… ¡Con razón hay tantos divorcios!
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Hombre, entonces lleva ya sus añitos cotizando, se merece una buena jubilación…
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¡El glorioso Cuerpo de Artillería de Arco no abandona a ningún soldado!
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Pues nada, ¡hasta que aguante!
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Y que ha puesto la temperatura a tope, je, je.
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He tenido el alma en vilo hasta la aparición de la lavadora. Por la tremenda carcajada que me has hecho soltar en ese momento…, te lo perdono. Mi intención era pedirte el teléfono del protagonista para que me facilitase la dirección de la tienda en la que vendían tal prodigio de lavadoras -en la mía lo más que logro es que salga la ropa medio seca-; pero pronto me he dado cuenta de que sólo eran ilusiones del muchacho: lo de la ropa doblada es lo que me ha hecho recapacitar.
¿Os imagináis cinco niños -la mayor, cuatro años y medio de diferencia con el más pequeño- metidos en la misma bañera a la hora del baño? ¿Y qué os voy a contar de las gripes, paperas, varicelas… al mismo tiempo? Preciosos recuerdos.
Con esta historia has estado esplendida, Luna. ¡Genial!
Abrazos.
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Desde luego no podías aburrirte y caerías rendida, pero seguro que también disfrutabas mucho.
Ojalá una lavadadora-secadora-planchadora-dobladora, pero me parece a mí que de momento no.
Muchas gracias, Carmen. Un abrazo enorme
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Buenísimo. Mientras lo leía imaginé de todo. No espera este final. Jejeje que bueno y que real.
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Me he dado cuenta de que aquí todos riéndonos del pobre chico, y nadie aprecia su esfuerzo por cortar el cordón umbilical, que tiene su mérito porque algunas lo atan muy en corto. Nos estamos olvidando del refuerzo positivo.
¡Muchas gracias, Mar!
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También es verdad.
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Qué valiente el muchacho, dejar la nave nodriza para explorar ese universo desconocido…😊😗👉👏👏👈
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¿Verdad? Lo que no sabemos es si se si convirtió en hijo pródigo con un macuto de ropa mojada a cuestas…
Un besote 😊
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Muy bien tirado!
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¡Muchas gracias!
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Jajajaja, qué tensión!!!! Me encantó, un saludo
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Menos mal que salió bien, je, je. ¡Muchas gracias!
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Yo sé de alguien que me dijo hace poco que solo sabía escribir cosas «sensibles»… pues aquí te has marcado un giro bien divertido 🙂. ¡Enhorabuena!
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Je, je, a veces hasta intento escribir relatos de humor, y los publico y todo. De hecho cada vez que te leo me dan ganas de escribir algo graciosillo, luego pienso que no me habéis hecho nada malo y lo descarto…
¡Gracias!
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¡Pues no lo descartes! 🙂
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