Andanzas nocturnas

mar en tempestad

Imagen de Fernando. Flickr

Los ronquidos de la abuela me recuerdan que estoy en casa de mis padres. Y luego dirá que no puede dormir por los dolores. Por si no fuera suficiente haber tenido que volver, además comparto mi antigua habitación con ella. Que yo la quiero mucho; pero antes me leía un cuento al acostarme y ahora me duermo oyendo sus oraciones y el sonido de las cuentas del rosario.

Enciendo la pantalla del móvil; pasan siete minutos de las tres de la mañana. Con cuidado me levanto y salgo de la habitación. Entro al baño y solo después de haber cerrado la puerta enciendo la luz. Me miro en el espejo. Hay algo raro en el reflejo; una especie de ondas desdibuja apenas mi imagen. Un presentimiento se adueña de mí y la tripa me cosquillea. Es una locura: presiento que un mundo fantástico me espera tras el espejo. Me acerco despacio, hasta que mi nariz casi roza el cristal. Cierro los ojos. A la de una, a la de dos, a la de tres. Con fuerza me lanzo hacia delante y…

¡Clonc!

Idiota. Soy idiota. Y mañana seré una idiota con un chichón. Con la rabia se me olvida hacer pis y beber agua; apago la luz y abro la puerta. Adelanto el pie derecho; no encuentra el suelo y me precipito en caída libre. Desciendo de cabeza; el viento me comprime contra el cuerpo mi pijama de Piolín y me escucho gritar sin descanso. La oscuridad va desapareciendo y aprecio algunas nubes y el fondo debajo de mí. Parece el mar y cada vez está más cerca. Eso me hace reaccionar. «Puedes, si crees que puedes», pienso. Extiendo los brazos y me concentro. Muevo hacia atrás la cabeza y me coloco paralela al suelo. Avanzo hacia delante, ¡estoy volando! ¡Puedo volar!

Con la emoción no veo que algo ha aparecido entre las nubes. Me doy de bruces contra una especie de sábana y hasta que no choco contra el suelo no advierto que es una bandera negra con dos huesos en aspa y una calavera. Oh, oh.

—Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? ¿Un regalo del cielo? —Miro hacia la voz que ha pronunciado esa frase y ahora se carcajea. Botas hasta la rodilla, bombachos de rayas rojas y negras, cinturón marrón, camisa blanca, chaleco negro y pañuelo en la cabeza. Sí, un pirata de manual. Continúa hablándome—: ¿Sabes quién soy?

—Johnny Deep seguro que no. —Dioses, ¿he dicho yo eso? Debe ser la adrenalina.

—¿Deep? No conozco a ningún bucanero con ese nombre, y yo lo soy desde 1670, hace ya veinte años. ¿Y tú, Ann?

—No, no me suena. —Miro a la mujer, no la había visto hasta entonces. Lleva la misma indumentaria que el hombre, aunque los pantalones son azules. Cuando vuelva a la realidad les comentaré a los fabricantes de disfraces que están muy equivocados respecto a cómo vestían las mujeres pirata. Espera, ¿ha dicho que han pasado veinte años desde 1670? O sea, estamos… ¡en 1690! ¿Qué es esto? ¿Un sueño? ¿Una broma?

—¡Ay! —grito. El tipo me ha pellizcado el brazo al levantarme. Acerca mucho, demasiado, su cara a la mía, y dice:

—¿Cómo osas no reconocerme? A mí nadie me ofende de esta manera. ¡Al tablón!

Siento que se me paraliza el corazón. ¡Eso es lo que le hicieron a Peter Pan! Me digo que no tengo que preocuparme, ahora se sabe que los tiburones no comen personas. Me respondo que ese no sería mi único problema de tirarme atada al mar. Joder. Voy a morir con un pijama rosa de pájaros amarillos y la vejiga a reventar.

—¡De eso nada! La vas a soltar ahora mismo. —Esa voz me suena. Busco a la dueña con la mirada y la veo saltar a cubierta desde un mástil. La boca se me abre más de lo que pueda parecer natural. ¡La abuela! ¡Lleva pantalones! ¡Y tiene una espada! Está luchando contra los piratas con una agilidad increíble. Pienso en qué puedo hacer para ayudarla; no se me ocurre nada y me quedo quieta, observando. Retengo el aire cuando le hacen un corte en el hombro izquierdo. Temo que vayan a acabar con ella, pero no. Consigue tumbar a los dos, corre hasta a mí, me levanta con un brazo —en serio, solo con uno—, da un salto enorme y nos perdemos entre las nubes. Se posa en el suelo con suavidad y, a pesar de que ha vuelto la oscuridad, sé que estamos en mi cuarto. Me echa en mi cama, me tapa hasta la barbilla y me da un beso en la frente. Cierro los ojos y me duermo.

Me despierto con la boca seca. Las rendijas de luz a través de la persiana me dejan ver que la otra cama está vacía. Voy con rapidez al servicio y mientras hago pis recuerdo el sueño tan raro que he tenido. Y tan vívido. Tanto que hasta me duele el brazo. Levanto la manga del pijama y veo un moratón en el mismo punto en que me pellizcó el pirata. «Casualidad», pienso, «seguro que ayer me di un golpe sin darme cuenta».

Voy a la cocina. La abuela está haciendo galletas. Bebo un vaso grande de agua mientras la miro.

—¿Qué? —dice—. ¿No vas a darme los buenos días?

—Perdona. Buenos días. —La observo, pero no detecto nada extraño—. ¿Cómo has dormido?

—Fatal. Soy una vieja achacosa y no descanso. —Mete la bandeja en el horno.

—¿No has soñado nada raro? —pregunto.

—¡Qué voy a soñar! Si no duermo…

—Claro. —Sonrío al recordar sus ronquidos. La verdad es que también me río de mí misma. ¿Qué demonios creía? ¿Que durante la noche había caído en un barco pirata y ella me había salvado de una muerte segura? Voy hacia la cafetera, justo cuando la abuela aprieta los labios y se lleva la mano derecha al hombro izquierdo.

Con este relato participo en el concurso de Zenda #ZendaAventuras.

40 comentarios en “Andanzas nocturnas

  1. Zavala Ra dijo:

    Un relato bastante extraño aunque pareciera que estaba en la línea del misterio. Me sorprendió como me llevó desde los cariños de la abuela hasta ese enfrentamiento con piratas, de regreso a una realidad marcada por los adornos y la pijama… Un relato espectacular.

    Le gusta a 1 persona

    • Luna Paniagua dijo:

      Pixabay me dejó tirada ayer por la noche, y encontré esa foto de Fernando en Flickr que me salvó la entrada a última hora. Creía que el plazo para el concurso acababa ayer (publiqué a las 23:50) y no, era hoy. 🤦‍♀️
      Muchas gracias. 😊
      Un besote

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  2. palmeiralibre dijo:

    Toda narración debe tener su plus de fantasía y de intriga y las tuyas lo tienen. Me encantaría que te otorgasen el premio o quedases finalista, por lo menos. La competencia es grande; pero tú eres muy buena.
    Estos días apenas me queda tiempo para pasar por el ordenador: del 22 de abril al 28 de mayo, nueve cumpleaños (casi todos de nietos); además de otra serie de actividades e imprevistos que fueron surgiendo. Y como no poseo el don de la ubicuidad…
    Un abrazo enorme con mis mejores deseos.

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  3. magdapalmeira dijo:

    ¿ Qué le pasa a los de Zenda Aventuras ? ¿ Seguro que leen todos los relatos de los participantes ? Si es así, tendremos que felicitarnos por los buenos escritores que tenemos en el país, pues que el tuyo no esté por lo menos entre los diez primeros es como para meditarlo.
    Lo siento de veras, contaba con felicitarte.
    De todas maneras, te aseguro que a nosotros nos regalas momentos de lectura fenomenales.
    Y como no quiero quedarme con las ganas de hacerlo, mil felicidades querida Uxue. Te lo mereces de verdad.
    Desde Palmeira, un montón de besazos.

    Le gusta a 1 persona

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