
Imagen de Noteclaves
—Mamá, ¿qué es esto? —El pequeño Álex, de cuatro años, se revolvía en el regazo de su madre, con los ojos bien abiertos y una sonrisa constante, encantado de saciar su curiosidad.
—Es la playa de Calpe. Y esa piedra supergrande, el peñón de Ifach —respondió Begoña, con la vista fija en la fotografía que su hijo señalaba.
—¿Y ese señor?
—¡Es papá! Ja, ja, no lo reconoces porque aún no llevaba barba.
—¿Y yo por qué no estoy?—A pesar de la arruga en la frente y los labios apretados, Álex transmitía ternura, en lugar del enfado que sentía.
—Todavía no habías nacido. —A Begoña se le escapó una pequeña risa—. Vamos a ver más —dijo y pasó la hoja del álbum.
—¡Hala! ¿Y eso blanco? —Los ojos y la boca de Álex volvieron a abrirse, desafiando los límites de la elasticidad.
—Es nieve. Antes papá y yo íbamos a esquiar todos los inviernos.
—Antes de que yo naciera, ¿no? ¿No podemos ir ahora los tres?
—No lo creo, cielo…
—¿Y esta casita tan chula?
—La casa del campo de los abuelos.
—Y esos… ¡sois papá y tú! ¡Con un bebé! ¡¿Por qué estáis con un bebé?!
—Eres tú, Álex. —Begoña le dio un beso en la mejilla a su de nuevo enojado hijo—. Eras muy pequeñito, solo tenías dos meses.
—Pues no me acuerdo. ¿Y por qué ya no vamos? ¿Porque los abuelitos están en el cielo?
—Y porque ya no existe la casita. Esa vez fue la última que estuvimos todos juntos.
—Mamá, ¿puedo salir a jugar al jardín? —preguntó mientas apartaba el álbum y se levantaba.
Begoña miró el reloj: las tres y media.
—Espera un poco, ¿vale?, que es pronto. Más tarde te echo crema, te pones la gorra y puedes salir.
—¿Puedo ver la tele?
—Claro.
Tras encender el televisor y seleccionar un canal infantil, Begoña se acercó despacio a la ventana. El cielo estaba despejado y se apreciaban las cumbres más lejanas y altas. Recordó las nieves perpetuas que las tapaban desde siempre hasta… ¿cuánto hacía? ¿Cinco años? Tal vez más, aún no había nacido Álex cuando el deshielo terminó su labor. Más o menos a la vez el mar ganó la batalla a la playa de Calpe y a los primeros metros de casas. La primera lágrima le resbaló hasta el labio al recordar las terribles consecuencias del tornado que destrozó la casita del campo de sus padres, con ellos dentro. Tenía las dos mejillas mojadas por completo y sabor a sal en la boca cuando pensó en la macabra paradoja de que le hubiera contado a su hijo que los abuelos estaban en el cielo.
Se fijó en que una nube había hecho aparición. A través de la cascada de lágrimas le pareció que tenía la forma de una mano abierta; la de la naturaleza que, maltratada y herida de muerte, acabaría por aplastarlos.
Con este relato participo en el concurso de historias sobre el cambio climático de Zenda.
#COP25
Realmente conmovedor. ¡Para marcar presencia fuerte en el concurso!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchas gracias, Fabio! Todo un placer leerte por aquí. 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pedazo de relato, Luna
Le encuentro un aire entre Bradbury y Terminator☺️😘☮️
Me gustaLe gusta a 1 persona
Guau, ¡muchas gracias! La foto, que me inspiró, tiene mucha «culpa». 😉
¡Un besote!
Me gustaMe gusta
Pobrecillo… Ni nieve ni playa podrá ver ese niño. Este tema me da mucha tristeza e impotencia. Un beso y suerte.
Me gustaLe gusta a 2 personas
A mí también, me pregunto cómo estará todo cuando mis hijos sean mayores…
Muchas gracias, Mayte. Un besote. 🙂
Me gustaMe gusta
Qué preciosidad de relato Luna, me has emocionado hasta lo más hondo, conozco Calpe y podía ir imaginando cada escena.
Bravo amiga eres única creando.
Un abrazo🌹🙋🏼♀️💝
Me gustaLe gusta a 2 personas
¡Muchas gracias! Vamos a menudo a Calpe y por eso me vino a la cabeza. En fin, es a lo que nos dirigimos, una lástima.
Un fuerte abrazo
Me gustaMe gusta
🌹🙋🏼♀️💝
Me gustaLe gusta a 1 persona
Maravilloso!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchas gracias, Ángel!
Me gustaMe gusta
Vaya por Dios, nos ahogas a los que vivimos por aquí cerca mientras tú sigues tan vivita y coleando en tus parajes norteños. Pues igual en mi próximo relato a Vistinu le da por dejarse caer por Euskal Herria con el día torcido, y a ver quién ríe el último…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Eh, que el tornado fue aquí y nos hemos quedado sin nieve. De todos modos ya voy a comprobar estas navidades que todo esté en orden por Calpe. 🙂
Si aún no me perdonas, creo que en breve lo harás, je, je.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Uyuyuy, que me huele que aquí hay crustáceo encerrado…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Mecachis, me he autodestripado
Me gustaLe gusta a 1 persona
Impresiona el relato porque casi todos sabemos que estamos amenazados y que nuestro estilo de vida tendrá que cambiar más temprano que tarde. Un besazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Eso es, antes era algo que iba a pasar en un futuro lejano, pero ese plazo se va acortando y da miedo.
Gracias, Carlos. Un besote
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me encantó, muy conmovedor y real. ¡Un saludo!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Tan real que da miedo… ¡Muchas gracias, Sara! ¡Buen fin de semana!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Emotivo, tristemente real y muy bien escrito. Aunque cambie el clima, no dejes de escribir. Las penas con pan… ya se sabe.
Un abrazo, Luna 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias, Capitán. Habrá que seguir escribiendo, sí, que no nos quiten ese desahogo.
Un abrazo. 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Qué bonito relato! es duro pensar que habrá muchas cosas que los que nos siguen no conocerán nunca. Espero que aún estemos a tiempo de salvar algo para ellos…
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 3 personas
Yo también lo espero, aunque cada vez lo veo más difícil. Y que aún haya quien lo niegue…
Muchas gracias, Estrella. Un fuerte abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gran relato apocalíptico, y muy oportuno. He estado muchas veces en la playa de Calpe, antes iban mis padres allí, generalmente a finales de junio cuando aún no la habían invadido los veraneantes de agosto. A veces pienso en irme a vivir cerca del mar (tal vez cuando me jubile), aunque no sé si para entonces nos quedará algo … Suerte en el concurso, Luna. Abrazos.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Mis padres tienen ahí un apartamentito, en la parte vieja, lo compraron antes de que se masificara tanto, y nosotros lo aprovechamos también, je, je.
A mí también me gustaría vivir cerca del mar, a este paso cuando me jubile igual lo tengo en la puerta de casa (exagero pero no tanto). Tú no, que Madrid es mucho más interior.
Muchas gracias, Raúl. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy buen relato. Una catástrofe relatada con tanta sutileza. Suerte en el concurso
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchas gracias! Es una lástima, pero lo estamos destrozando todo y yo tengo esa incertidumbre de qué verán nuestros hijos y nietos, si los tenemos…
Me gustaLe gusta a 1 persona
«Dios perdona siempre, los hombres perdonan a veces, la naturaleza no perdona nunca».
No recuerdo de quien es esta frase, pero yo la creo a pies juntillas. Debemos cuidar a la naturaleza pera que ella cuide de nosotros.
Suerte en el concurso, querida Luna; te la mereces de verdad, el relato es muy bueno.
Besiños palmeiráns.
Me gustaLe gusta a 3 personas
He buscado el autor de la frase, se lo dijo el Papa al ex presidente francés Hollande en 2014.
Muchas gracias, Magdalena, me alegra que te haya gustado y verte por aquí. 🙂
Espero que estéis todos muy bien. Un besazo
Me gustaMe gusta
Precioso!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchas gracias! 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias, querida Luna, lo anotaré.
Besazos y mucha suerte.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Hace años leí en un “Jano” el comentario a una novela inacabada de Julio Verne. El comentarista se preguntaba si al escritor le sobrevino la muerte antes de acabar la obra, o era tan terrorífico lo que vislumbraba que no se atrevió a terminarla: venía a decir algo así como que si el ser humano no regresaba poco menos que a la etapa de las cavernas, mal lo veía. Llevo días en busca de ese artículo, pero no creo que logre encontrarlo.
Me encanta tu relato de una realidad abrumadora. No concibo que, visto el panorama, todavía queden personas que tilden de tremendistas a los que vaticinan un desastre que ya tenemos encima.
Un abrazo grande deseándote éxito muy merecido.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Yo tampoco lo entiendo, no solo hay gente a la que le parece una exageración, ¡los hay que niegan el mismo cambio climático! No sé para dónde están mirando.
Muchas gracias, Carmen, un abrazo enorme
Me gustaMe gusta