—Abuela, abuela, ¿a que esta eres tú?
Valentina mira las páginas a todo color del libro que su nieta le ha puesto sobre las piernas y sonríe.
—Así es, Catia, soy yo. Aunque hace ya muchos años de eso.
—¿Antes de que yo naciera?
—Sí, y antes también de que mamá naciera.
—¡Ala! —La pequeña deja el libro en el suelo y se acomoda en el regazo de su abuela—. ¿Da miedo ir al espacio?
—Un poco sí. Iba sola y me dolía el cuello porque el casco pesaba mucho. También me mareaba.
—¡Como yo cuando nos vamos de vacaciones! Pues vaya rollo.
—Bueno, eso era lo malo, pero hubo muchas cosas buenas. ¿Sabes qué? Estuve por ahí tres días y vi donde vivimos desde arriba. Di la vuelta a la Tierra cuarenta y ocho veces.
—¡Eso es un montón! Normal que te marearas. ¿Veías a la gente pequeñita?
—Qué va, cariño, estaba tan lejos que no se apreciaban las personas.
—¡Ala! Y ¿vas a volver a ir?
—Ojalá. Me gustaría llegar a Marte.
—¿Puedo ir contigo?
—Aún eres demasiado pequeña. Pero, si quieres, tú también puedes ser astronauta, cuando seas más mayor.
—¿Qué tengo que hacer para ser as-tro-nau-ta?
—Tienes que portarte bien en el cole, estudiar mucho y sacar muy buenas notas. Y comer sano y hacer ejercicio.
—¿No puedo comer chuches? ¿Ni siquiera los viernes?
—Alguna sí. Pero pocas, ¿eh?
Catia desvía la mirada de los ojos de su abuela y permanece callada. Valentina la empuja con suavidad por la barbilla, y le seca con el pulgar una lágrima solitaria que se le desliza por la mejilla y amenaza con ser la primera de muchas.
—¿Qué pasa, cariño?
—Creo que no podré ser astro-astronauta. Las mates se me dan un poco mal.
—Tú estate atenta en clase y pregunta siempre lo que no sepas. Así, tarde o temprano, lo aprenderás todo bien, no te preocupes.
Ahora es Valentina quien desvía la mirada. Su mente retrocede hasta la infancia, en una aldea del centro de Rusia. Recuerda el primer día de escuela con ocho años y el último solo otros tantos después. Le vuelven a la memoria las jornadas en la fábrica textil, la ilusión del primer salto en paracaídas y la capacitación para ser astronauta pasadas las dos décadas de vida, y los estudios de Ingeniería Espacial, ya después del viaje al espacio.
—¿Sabes qué? —Vuelve a mirar a Catia, quien la observa con los ojos rojos—. Se me han olvidado tres cosas muy importantes que tienes que hacer para ser astronauta o cualquier otra cosa que quieras. Una es leer mucho.
—Libros gordos y con un montón de letras, seguro.
—Pues no, da igual de qué tipo sean.
—¿Valen los de dibujos como ese? —Señala el que había dejado en el suelo, abierto por el dibujo de su abuela.
—Claro que sí. —Le acaricia la cabeza—. La segunda cosa es jugar mucho. Todos los días, en casa, en el cole, en la calle, sola y con los amigos.
—¡Eso ya lo hago! —La sonrisa de Catia provoca una suave carcajada en Valentina.
—¡Estupendo! Sigue así. Y la tercera y última cosa es creer que puedes hacerlo, que puedes ser astronauta o lo que te guste. Y si alguien te dice que no, ¡no le hagas ni caso!
—¿También puedo ser médico como mamá? ¿Y policía? ¿Y peluquera? —Valentina afirma una y otra vez con la cabeza—. ¿Y conductora? ¿Y profesora? ¿Y nadadora? ¿Y…
—Vale, vale. ¡Lo que quieras! No lo tienes que decidir ahora, ya lo irás pensando.
Catia salta al suelo, recoge el libro y vuelve a sentarse en las piernas de su abuela.
—¿Me lo lees desde el principio?
—Claro. —Valentina lo cierra y comienza por el título—: Intrépidas. Los excepcionales viajes de 25 exploradoras.
Imagen de Carlos, del blog La estaca clavada.
Relato para el concurso de Zenda #SueñosdeGloria.
Valentina Tereshkova, la primera mujer en ir al espacio, el 16 de junio de 1963.
¡Me ha encantado!
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Qué bien, ¡muchas gracias!
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Qué historia tan impactante!!!Dejas un reguero de consejos que uno inmediatamente se pone a pensar en los nietos. De seguro que te va a ir bien en el reto. Saludos Luna.
Manuel Angel
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Los datos sobre el viaje espacial son ciertos, pero los consejos son cosecha propia. 🙂 Espero aplicarme bien el cuento con mis peques.
¡Muchas gracias! Un abrazo
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Salió de lo mejor Luna.
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Unos consejos buenísimos son los que da Valentina a su nieta.
Muy chulo el relato y muy bien acompañado de la foto de Carlos.
Besos
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¡Muchas gracias! 🙂
Te cuento, por si no lo sabes -a ti que también te gustan estos detallles-, que Chaika, el título de este relato, era el nombre de llamada de Valentina Terehskova en la misión espacial. Significa gaviota en ruso. Así que en cuando vi esa imagen en el blog de Carlos supe que era para este relato.
¡Besotes!
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Ahhhh, no lo sabía.
Ahora lo entiendo mejor y la palabra chaika es preciosa. Gaviota también.
Gracias!!
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¡Muy lindo el relato, Luna! Me ha gustado mucho y vaya qué detalle ese del significado del título. ¡Suerte en el concurso!
¡Un abrazo grande, Luna!
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Muchas gracias, Sari. Por una vez, he encontrado rápido un título que me guste, je, je.
¡Un abrazo!
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Me ha encantado, Luna. Genial 🙂
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Bueno, bueno, que le guste a una historiadora y escritora sube la moral. 😉
¡Muchas gracias! ¡Y besotes! 🙂
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Entrañable… Me encantó!
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Qué bien. 🙂 ¡Muchas gracias, Ana!
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Me ha gustado mucho, Luna. Me ha parecido emocionante e instructivo, además de un precioso homenaje a Valentina Tereshkova. Esas conversaciones y esos momentos son los que un niño nunca olvida. Un abrazo.
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¡Muchas gracias! No he conseguido saber si Valentina tiene nietos, pero los datos sobre su vida son ciertos.
¡Un abrazo!
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Una bonita historia y un homenaje más que merecido a una mujer que seguro que hizo realidad todos sus sueños
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¡Muchas gracias! Creo que le queda uno por cumplir: eso de que quiere ir a Marte es cierto. Hace pocos años se ofreció voluntaria, aunque el «billete» fuese solo de ida.
¡Saludos!
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👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻 Que bueno!!!
Fuerte abrazo, Luna.
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¡Muchas gracias! Otro abrazo para ti. 🙂
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Muy bonito y un buen homenaje a Valentina. Curioso lo que has explicado sobre Chaika. Y los consejos han sido muy útiles. Debes tener muy buena mano con los peques. Un abrazo.
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Pues no sé si tengo buena mano, pero me encantan (y no solo los míos, ¿eh?, je, je).
me alegra que te haya gustado, ¡muchas gracias! Y un abrazo. 🙂
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Es una historia preciosa Luna. Un besazo.
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¡Muchas gracias, Carlos! ¡Un besote!
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Qué chulada de relato, Luna. Y qué edificante 🙂👏🏻👏🏻👏🏻
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Chuflada, me gusta. 🙂 Muchas gracias, Capitán.
¡Un abrazo!
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