Clara llora debajo de la mesa de su habitación. Apoya la espalda en la pared y se abraza las rodillas contra el pecho. No mira los regalos desperdigados por el suelo.
Papá Noel le ha dejado en su casa un armario con ropa para las muñecas, una cámara de fotos y un libro; en la de los abuelos, un patinete y un vestido, y en la del tío Manu y la tía Celia, una tableta y un kit de tatuajes de unicornio. El resto aún no los ha podido abrir, pero le han mandado fotos: en casa de los yayos, tres paquetes, uno grande y dos medianos; y en la de la tía Inés, el tío Rober y el primo Jon, cuatro: uno mediano y tres pequeños.
Pero no le ha traído lo único que le pidió, en una carta que escribió muy despacito para que entendiera bien su letra y que ella solita echó al buzón:
«Querido Papá Noel:
Este año solo quiero pedirte una cosa: que podamos celebrar la Navidad con los abuelos, el tío Manu y la tía Celia, los yayos, la tía Inés, el tío Rober y el primo Jon».
La preciosa ilustración es de Mensegal Baz. Podéis ver más obras suyas en sus redes sociales: Instagram y Twitter.
En otras palabras, lo material carece de importancia cuando los sentimientos privan sobre ellos. Una lección de vida que nos dan los niños con su inocencia y que los adultos, muchas veces, no sabemos apreciar. Excelente relato Luna. Feliz Año
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Hay cosas que no se pueden comprar con dinero y son necesarias para vivir tranquilo y feliz, como la compañía de quienes quieres y te quieren.
Muchas gracias. 🙂 Un abrazo
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Tienes toda la razón.
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Ahora que lo cotidiano adquiere la calidad de milagro Quizás la salvación venga en la mirada de una niña.
A lo mejor podemos cambiar la Navidad al comienzo del verano y montar la mesa en el patio, para celebrar de nuevo una comida familiar de esas que se estiraba hasta la hora de la cena. ¡Antes, antes, antes! Un besazo.
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Esa idea me gusta mucho, ya te digo yo que en mi familia firmamos todos. 🙂
Muchas gracias, Carlos. ¡Un besote!
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Estoy segura de que, al igual que Clara, muchos otros niños y niñas hubiesen pedido lo mismo de haber podido elegir. ¡¡ Precioso relato!!😘😘
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¡Muchas gracias! La verdad es que unas segundas Navidades en la misma situación hacen una idea de lo largo que se está haciendo esto.
Besitos. 😉
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Que bonito, Luna.
Fuerte abrazo.
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¡Muchas gracias! Un abrazo
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Está claro que Papá Noel tiene que atender a tantos niños que, en ocasiones, no puede leer con detenimiento todas las cartas. Yo le diría a Clara que pruebe con esa misma carta el año que viene, a lo mejor consigue su ansiado regalo. Muy bonito, Luna. Un abrazo.
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Ojalá, ¿te imaginas tres navidades seguidas así? Buf…
Muchas gracias, Raúl. Un abrazo
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¡Precioso cuento! Puedo afirmar que la tristeza de Clara es real y auténtica. En mi casa lo normal era reunirnos unas veinte personas en esas fechas. Los nietos de edades similares me pedían dormir todos juntos. Seis camas llegué a montar en el suelo del salón. De todo ello conservo vídeos y fotos que me hacen recordar momentos inolvidables vividos. He intentado subir una foto, pero me siento incapaz. Un abrazo.
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Seguro que todos echan mucho de menos a su abuela y bisabuela. 🙂 Aquí nos juntamos pocos, pero aún se nota la falta.
Subir fotos a los comentarios es para mí misión imposible, no tengo ni idea de cómo se hace. Ni siquiera sé si puede hacerse, de hecho.
Muchas gracias, Carmen. Un fortísimo abrazo
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