¿Feliz? año nuevo

¿FELIZ? AÑO NUEVO

No fue una buena idea conocer a los padres de mi novia en la cena de Nochevieja. Debería haberle dicho que no, que pasaría la velada con mi familia. Hubiera sido una buena razón, muy comprensible, para negarme. Pero en lugar de eso acepté y allí fui, con mi traje impecable, una botella de vino y un ramo de flores. «Ay, no tenías que haber traído nada», dijo su madre, sin embargo su sonrisa y sus ojos transmitían que entraba con buen pie. Solo tenía que mantenerme alerta para no soltar alguno de mis comentarios fuera de contexto, esos que me habían costado, a corto o largo plazo, el resto de mis relaciones. Tenía que aguantar.

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Misión interplanetaria

MISIÓN INTERPLANETARIA

—Solicito comunicación con el gran capitán desde la nave de intervención. Repito: solicito comunicación con el gran capitán. Aquí el primer relaciones intraplanetarias. Canje.

—Le habla el primer capitán. ¿Cómo ha ido la misión en el planeta añil? Canje.

—Mal, muy mal. Me ha resultado del todo imposible establecer conexión con los alienígenas autóctonos. Canje.

—¡¿Cómo es posible?! Eres nuestro mejor relaciones. Canje.

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Ella y yo

ELLA Y YO

Su mirada me cautivó desde la primera vez que la vi. Sin apenas conocernos, me abrió las puertas de su casa y de su corazón. Yo, que solo había recibido palos de la vida, acababa los días en el sofá junto a la mujer más maravillosa del mundo; y los comenzaba despertándome a su lado en la cama. Pero apareció él y lo fastidió todo. Él, con su sonrisa, sus abrazos y sus regalos.

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Coplas de víspera

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COPLAS DE VÍSPERA

Ya había anochecido a media tarde de aquel cuatro de febrero. Un grupo de niños y niñas, vestidos de caseros y con los bastones engalanados a base de cintas tricolores y cascabeles,  cantaba coplas a Santa Águeda. Al terminar su repertorio recibieron con gritos y aplausos bolsas de patatas, monedas y hasta un par de billetes.

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Una campana, dos olas y mucho amor

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Lekeitio –  Imagen propia

UNA CAMPANA, DOS OLAS Y MUCHO AMOR

Llevo tanto tiempo en este hospital que ya lo siento como un segundo hogar. Y al personal, de la familia: la enfermera que me habla como si fuera un niño; la que no debe de tener vocación, porque siempre está enfadada; el médico serio y profesional, con ese tono neutro; la limpiadora que canta canciones de Manolo Escobar y me alegra el día entre el carro y la minifalda de los partidos; y mi preferida, la auxiliar que dice que ha dejado de fumar, pero yo sé que no, porque el chicle de clorofila no enmascara el olor.

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La princesa Catalina

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LA PRINCESA CATALINA

María Catalina Isabel Victoria Alexia era la joven princesa de un pequeño reino. Traía de cabeza a su padre, el rey, ya que no ponía ningún interés en su formación como futura reina. Le gustaban las clases de Matemáticas, Literatura, Música y Ciencias sociales; pero cuando tocaban las de Comportamiento de Princesa o Reinado siempre conseguía escaparse. Solía ir a las caballerizas o a cualquier pasto en el que hubiera ovejas. Ayudaba al veterinario y a los pastores, escuchaba sus batallitas y aprendía cómo cuidar y tratar a los animales; ellos eran su verdadera pasión.

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El abuelo

EL ABUELO

Fue un gran disgusto para mí que mi abuelo muriera. No me crié con él, ni hizo de padre conmigo, ni nada de eso. Ni siquiera le veía a diario; vivía demasiado lejos. Pero pasé todos los veranos con él hasta que cumplí dieciséis años, hace cuatro, cuando decidieron internarlo en una residencia.

Vivía en un pequeño pueblo del Pirineo occidental, Carmio, en una casa de dos plantas y sótano. Mi abuela murió en un accidente de autobús al poco de nacer mi madre y no se volvió a casar. Me llevaban allí a finales de junio, al acabar las clases, y me recogían a mediados de agosto, cuando mis padres comenzaban las vacaciones, para viajar los tres juntos.

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Golpes en la puerta

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GOLPES EN LA PUERTA

Nada mejor que una relajante ducha después de un largo y duro día de trabajo. Elena corrió la cortina y estaba metiendo una pierna en la bañera cuando oyó arañazos y maullidos lastimeros al otro lado de la puerta. Volvió a apoyar el pie en el suelo; con una sonrisa maternal abrió y entró veloz una peluda sombra negra.

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La otra opción

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LA OTRA OPCIÓN

Esta noche voy a comerme el mundo. Soy joven y hoy me veo especialmente bien. Me encanta este sitio, ponen una música genial, estoy con mis amigas y además hay un montón de gente simpática que parece que conozco de toda la vida. Tengo tanta energía que quiero hacerlo todo a la vez: bailar, cantar, hablar… No importa, hay tiempo para todo porque no tengo ni una pizca de sueño. Hacía tiempo que no me sentía tan viva. ¡Y estuve a punto de quedarme en casa! Menos mal que al final me animé.

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Venganza

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VENGANZA

Amado llevaba quince años trabajando en aquel lugar, suficientes para que cualquiera perdiera la paciencia ante los diarios menosprecios e insultos. En realidad, quince años se cumplieron el día de la desgracia para los demás y la venganza cumplida para él. Fue un año antes cuando comenzó a prepararlo todo.

Tenía cuarenta años. Su madre quería ponerle Ramón, igual que el abuelo, pero cambió de opinión cuando, tras salir de sus entrañas, vio que su pequeño tenía una malformación en la pierna izquierda. Decidió llamarle Amado para que nunca olvidara que, a pesar de su tara, era querido con locura. 

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