¿FELIZ? AÑO NUEVO
No fue una buena idea conocer a los padres de mi novia en la cena de Nochevieja. Debería haberle dicho que no, que pasaría la velada con mi familia. Hubiera sido una buena razón, muy comprensible, para negarme. Pero en lugar de eso acepté y allí fui, con mi traje impecable, una botella de vino y un ramo de flores. «Ay, no tenías que haber traído nada», dijo su madre, sin embargo su sonrisa y sus ojos transmitían que entraba con buen pie. Solo tenía que mantenerme alerta para no soltar alguno de mis comentarios fuera de contexto, esos que me habían costado, a corto o largo plazo, el resto de mis relaciones. Tenía que aguantar.