CONFESIÓN
—Perdóneme, padre, porque he pecado —dijo Ana, y se santiguó.
—¿Qué ha ocurrido, hija?
—Mi niño me contó que dos hombres abusaron de él. Ayer encontré a uno de ellos y le corté el miembro con las tijeras de podar. No me arrepiento y también se lo haré al otro.
—…
—¿Padre?
—…
Ana salió del confesionario. La puerta de la iglesia estaba abierta y entraba el sonido de unos pasos a la carrera, amplificado por el silencio de las calles oscuras.
Reto: 5 líneas de Adella Brac. Mayo: calles, puerta y padre.
El mes pasado conseguí la medalla de bronce. Ahora… ¡a por la de plata!