Desde que te has ido a ese lugar del que nadie puede volver, todo ha cambiado. El sol aún sale cada madrugada y se pone cada atardecer, las golondrinas todavía cantan a coro y los estorninos a destiempo. Los motores y los cláxones de los vehículos continúan contaminando las calles de la ciudad, y el reguetón las plazas. Pero ya no se oye el golpeteo rítmico de tu bastón sobre la acera y eso… eso lo cambia todo.
Microrrelato para el reto Escribir jugando de octubre del blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo