Noche de piratas

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En un descuido del guardia huyó del Palacio de las Mareas; nunca se alegró tanto de ser el mejor de su clase en atletismo. No bajó el ritmo al internarse en el bosque. Ya no le importaba conseguir el tesoro, aunque sabía con exactitud dónde estaba. Solo quería llegar al barco, salir de esa isla y no volver a ver a aquellos crueles piratas.

Se despertó entre jadeos. Cuando consiguió ubicarse, dejó el libro de Robert Louis Stevenson, que una noche más tenía abierto sobre el pecho, en la mesilla, apagó la luz y, con una sonrisa, volvió a dormirse.

Microrrelato para el reto Escribir jugando de diciembre del blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo

El zorro y el ratón

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El zorro avanza entre las espigas. Sabe que falta poco y aumenta el sigilo. Ya puede ver la espalda del distraído roedor. Repliega las patas traseras, estira las delanteras, entrecierra la mirada y…

—¡Bu!

—¿Estás tonto o qué?

—Tienes suerte de que yo sea un zorro vegetariano, si no, en nada estarías en la barca de Caronte.

—Te he olido hace quince minutos, no deberías intentar sorprender a nadie después de haber cocinado coliflor. Y en el único vehículo que voy a montar es en el Ford T de mi primo para ir a la cata de quesos.

Microrrelato para el reto Escribir jugando de noviembre del blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo

Desde que te has ido

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Desde que te has ido a ese lugar del que nadie puede volver, todo ha cambiado. El sol aún sale cada madrugada y se pone cada atardecer, las golondrinas todavía cantan a coro y los estorninos a destiempo. Los motores y los cláxones de los vehículos continúan contaminando las calles de la ciudad, y el reguetón las plazas. Pero ya no se oye el golpeteo rítmico de tu bastón sobre la acera y eso… eso lo cambia todo.

Microrrelato para el reto Escribir jugando de octubre del blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo

Mi corazón blindado

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No me romperán más el corazón

tras la última vez

pegué cada pedazo en su lugar

lo guardé en una urna

la urna en un cofre

el cofre en una caja fuerte

la caja en una cueva

de una fosa del mar

de la Tranquilidad.

No me romperán más el corazón

lo he escondido tan bien

que nadie podrá nunca encontrarlo

ni verlo ni tocarlo

lo he ocultado tan bien

lo he alejado tanto

lo he aislado tan bien

lo he blindado tanto

que nadie dañará mi corazón

—ermitaño— jamás.

Poema para el reto Escribir jugando de septiembre del blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo

El caballero y el dragón

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(poema infantil)

Soy un caballero muy valiente

que cabalga por todos los continentes.

Hace tiempo,  en una lejana región,

una torre llena de chuches me encontré,

pero para podérmelas comer…

¡debía luchar contra un dragón!

Después de una hora peleando

estábamos muy cansados,

decidimos que era mejor ser amigos

y las chuches repartirnos.

Desde entonces somos felices

y comemos regalices.

Este es el cuento del caballero Jon

—que soy yo—

y Roberto el dragón.

Microrrelato para el reto Escribir jugando de julio del blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo

Pájaros de mal agüero

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En cuanto oyó la campana salió como una flecha del colegio. Llegó a casa casi sin aire; esperó a recuperar el ritmo de la respiración para saludar a su madre. Ella no notó nada. Esperaba que tampoco se diera cuenta de la goma eslástica cedida de su ropa interior ni de la mancha en los pantalones. El demonio del patio y sus secuaces se lo habían dejado muy claro: «Si te chivas, será peor».

Microrrelato para el reto Escribir jugando de junio del blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo

Acampada

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El pasado fin de semana fui de acampada con mi nieto, en lo que había planeado una noche muy especial: en honor a nuestro origen sioux, encenderíamos una hoguera, frente a la que meditaríamos para intentar descubrir su animal de poder.

Bajé los trastos del coche, monté el tipi, busqué ramas y encendí el fuego. Mientras tanto, mi nieto permaneció sentado mirando el móvil. Ni que decir tiene que fue tan imposible meditar como convencerlo de que quitara el sonido al dichoso trasto. ¡Qué ganas de cortarle la cabellera!

Microrrelato para el reto Escribir jugando de mayo del blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo

Trasplante

emociones en 50 palabras

Todo listo: espejo, material quirúrgico, corazón de un portador exquisitamente seleccionado —cariñoso y empático—. Debía apresurarse, en tres horas dejaría de ser viable para el trasplante.

La naturaleza le había dotado de un cerebro excepcional. Pero estaba cansado de escuchar que no tenía corazón, y estaba decidido a cambiarlo.

Microrrelato para el reto «Emociones en 50 palabras» de mayo de Sadire Lleide. Requisitos: escribir un microrrelato o poesía inspirado en la imagen o el sonido que nos proponga en tan solo 50 palabras.

Otro final

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La pesadilla había sido la de siempre. También lo eran las líneas luminosas de la pared, provocadas por los rayos de sol que se colaban entre las rendijas de la persiana. Y la angustia, clavada en su pecho y extendiéndose como una flecha de punta venenosa.

Cerró los ojos, nada podía hacer por cambiar su vida. Los abrió. Sí podía. Se levantó, corrió las cortinas, abrió las ventanas. Cocinaría, leería, vería una película. Pero, lo primero, acabaría el cuadro de la selva. Aún le faltaba pintar el león.

Sonrió. No solo había cambiado su final, había conseguido un nuevo comienzo.

Microrrelato para el reto Escribir jugando de marzodel blog de Lídia. Requisitos: Seguir leyendo