Volver a empezar

volver a empezar

El último día de vacaciones lloré un montón. Se acababan los días de baños en el mar, castillos de arena y helados en la merienda. Ya no podría dormir lo que quisiera ni estar en la calle hasta el anochecer.

A la mañana siguiente no podía moverme de la cama. Remoloneé todo lo que pude, aguantando el zarandeo y los gritos cada vez más altos de que fuera ya a la cocina. Pero, al final, tuve que levantarme a ponerle el desayuno a la ansiosa de mi hija.

Hasta el infinito

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HASTA EL INFINITO

—Deberías ver las rozaduras de mis talones, los tengo en carne viva. Eso sí, ha merecido la pena: una ascensión dura, pero ¡qué vistas desde arriba! El Aneto es el monte más alto de Pirineos, ni más ni menos. Y los he subido más altos, hija, antes de que tú nacieras. Yo subí al Everest, ¿sabías eso, Mariana?

—Eres un campeón —respondió Carla, mientras miraba a los ojos velados de su abuelo y le apretaba la mano. Él sonrió y perdió la mirada en el horizonte, más allá de la verja del geriátrico.

Cosas de niños

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—No seas impaciente, que no siempre tiene que ser lo que tú quieres y cuando tú quieres. Qué niño este, no tiene remedio. Hala, ahora se pone a llorar. ¿Es que no puedes aguantar  ni un poco? ¿No ves que si dejo de remover se me pega el arroz con leche? Además, que la culpa es tuya, mira que os he dicho mil veces a tu hermano y a ti que no juguéis con la caja de herramientas. No grites. He dicho que esperes, y si no quieres esperar, te sacas tú solito el clavo de la frente.

Crueles adultos

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CRUELES ADULTOS

Nos enviaban de una patada a las duras calles. No importaba que hubiéramos sido sus mejores amigos y su única compañía en las oscuras noches de fantasmas y monstruos. Ya eran mayores y no necesitaban un peluche. Tampoco les preocupaba cómo acabábamos: algunos en el vertedero, otros en pedazos tan pequeños que ni se adivinaba qué eran. Los que menos eran recogidos por algún niño al que nunca habían comprado un juguete. Yo tuve la suerte de ser uno de esos. Pasé de sentirme el muñeco más desgraciado del mundo, al más amado. Porque quien te recoge de la basura y te da su cariño te quiere de verdad.

Caprichos

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CAPRICHOS

Ya se las apañarían para pagar las facturas, deseaban tanto ese chalé… Así que comenzaron a meter horas extras. Luego quisieron poner una piscina climatizada, y cada uno de ellos buscó otro empleo para compatibilizar con el que ya tenía. Entonces se les antojó ese coche de alta gama; para permitírselo ampliaron la jornada en los nuevos trabajos.

Consiguieron lo que se propusieron. Si bien no tenían ni un momento para bañarse en la piscina, solo usaban el coche para ir de casa al trabajo, y el único tiempo que pasaban en el chalé eran las cuatro horas que les sobraban para dormir.

La solución

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LA SOLUCIÓN

Salieron juntos cogidos de la mano, como una pareja de enamorados que va a dar un paseo por el parque. Por fin habían hallado la manera de dejar atrás los celos, las peleas, las descalificaciones y la incomodidad. Hacía mucho tiempo que no sentían esa conexión tan especial entre ellos. Se dirigieron al juzgado y, sin dejar de mirarse a los ojos  y sonreír, firmaron los papeles del divorcio.

Sueño en común

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SUEÑO EN COMÚN

Se quedaban discutiendo dónde pondrían el sofá toda la noche. Ella lo quería al lado del radiador, para no tener que taparse con ninguna manta. Él, junto a la ventana, para mirar desde arriba a la gente que pasaba. Cuando se hacía de día salían de debajo del puente y cada uno se dirigía al lugar en el que pasaría la jornada. Ella, la puerta del supermercado. Él, delante de la iglesia.

En construcción

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EN CONSTRUCCIÓN

—Lo que usted diga, doctor Frankenstein. Comprobemos si lo he apuntado bien, por favor: las paredes, de un chalet del Mediterráneo; el tejado, de un refugio de los Pirineos; la chimenea, un tubo de escape de un camión; las ventanas, los ojos de buey de un barco y la puerta, de una autocaravana. ¿Correcto? Muy bien, le va a quedar una casa preciosa.

Microrrelato presentado a Relatos en Cadena. Requisitos:

-Primera frase: «Lo que usted diga, doctor Frankesnstein».

-Máximo 100 palabras.

Minuciosidad

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MINUCIOSIDAD

La coge con sus propias manos y la parte en dos. Aparta una de las mitades y observa con suficiencia el pequeño e intacto cerebro. La perfección de este indica una impecable disección. Lo agarra con los dedos índice y pulgar de la mano derecha, y con gran cuidado y meticulosidad, lo arranca íntegro de su emplazamiento. Sonríe satisfecho y se lo lleva a la boca. Mastica y se recrea en ese dulce y particular sabor, aún más intenso y placentero cuando logra sacar entera la nuez.

Microrrelato presentado a Relatos en Cadena. Requisitos:

-Primera frase: «La agarra con sus propias manos y la parte en dos».

-Máximo 100 palabras.

Nueva vida

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NUEVA VIDA

El crujir de las hojas les recuerda lo solos que están. Y lo tranquilos. Y lo contentos. Además, en realidad sí están acompañados; junto a ellos viven distintas especies de animales, que son muy buena compañía, mucha mejor que las hordas de humanos egoístas y egocéntricos con los que antes compartían ciudad. Tienen todo lo que necesitan: comida, bebida y abrigo. Y, en un tiempo —no saben cuánto porque no llevan la cuenta de los días que pasan— llegará un miembro más a su pequeña familia. Al final fue una suerte que la avioneta se estropeara y cayera en aquella isla desconocida.