La búsqueda

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LA BÚSQUEDA

Desde ese día nadie vende barquillos en el parque, ni cómics en el quiosco, ni golosinas en la plaza. No se oyen risas ni gritos y la quietud envuelve al pueblo. Las personas mayores, antes tan críticas con la velocidad de balones, patinetes y bicicletas, ahora murmuran apesadumbradas sobre la ausencia de barullo. El alcalde permanece escondido en su casa, incrédulo y arrepentido. Padres y madres recorren sin descanso el bosque de las afueras, angustiados. En el cuento fue mucho más fácil encontrar la flauta.

Herida abierta

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HERIDA ABIERTA

8 de diciembre de 1980. Ese fue el segundo día que te vi, lo recuerdo con nitidez. Pasaste por delante de mí saltando, tus coletas ondeaban y la mochila de la abeja Maya botaba en tu espalda. No fui capaz de acercarme y hablarte. Te seguí viendo cada semana, mes tras mes, año tras año. Mi remordimiento creció a la par que tú lo hacías. Hoy, tanto tiempo después, por fin tengo valor para presentarme y contarte la verdad. Solo espero que ya sepas que eres adoptada.

EL REGALO

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EL REGALO

El traje era auténtico, un Emidio Tucci de la nueva temporada; debía de costar más de cuatrocientos euros. Era muy cómodo y le estilizaba, parecía uno de esos galanes de Hollywood. Pero a pesar de que era un regalo de la familia y sabía que su madre se disgustaría, Bruce Banner no tenía más remedio que devolverlo.

 

Volver

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VOLVER

Subió los diez pisos hasta la azotea cargado con el dispositivo que llevaba tanto tiempo preparando. La localización, el clima, la hora y la posición de los astros; todo era perfecto. Con su único dedo de la mano derecha pulsó el interruptor. Miró hacia el cielo, ansioso, esperando a que vinieran a buscarle. Allí arriba brillaba su hogar, redondo y luminoso; por fin regresaría y no tendría que esconderse nunca más.

Explosiones

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EXPLOSIONES

Solo le quedaba un cigarrillo; lo encendió, le dio cuatro caladas sin prisa y prendió con él la mecha. Se resguardó con serenidad en un portal; los estallidos le ensordecían y el humo impedía la visibilidad en la calle. Cuando el ruido cesó, salió de su refugio y se fue sonriendo a casa. Aquello era lo único que le gustaba de las fiestas: encender la traca.

Se asomó sola…

LA MISIÓN

Se asomó sola por la escotilla para ver amanecer. Saboreó el aire fresco, la tranquilidad y la belleza multicolor del cielo hasta que el astro rey apareció completo en el horizonte. Entonces retornó al interior del tanque, la guerra no había acabado y debía encargarse de que otros no volvieran a ver salir el sol.

NUEVA VIDA

Se asomó sola por la escotilla para ver amanecer. Al fin silencio y tranquilidad. Disfrutó cada segundo del comienzo del nuevo día con su recién estrenada libertad. Ya no importaban las heridas que portaba en el cuerpo y en el alma. Solo le quedaba tirar el cuerpo de su marido al mar y todo acabaría. Sonrió y rectificó su pensamiento: todo empezaría.

En el lugar más recóndito de la isla

MI TESORO

En el lugar más recóndito de la isla escondí mi mayor tesoro, temeroso de amigos de lo ajeno. Me llevó mucho tiempo dar con el lugar más idóneo pero al fin lo hallé, deposité mi alhaja, y borré todo tipo de indico que pudiera advertir sobre su ubicación. Lo oculté tan bien, que ni yo mismo he podido volver a encontrarlo.

SENSIBILIDAD

En el lugar más recóndito de la isla vive el animal más extraño del mundo: tronco de cocodrilo, cuello de jirafa, cabeza de petirrojo, patas de rinoceronte y pies humanos. Apenas sale porque se hace daño en las plantas al caminar y los otros animales se ríen de él.

Niño de mamá

NIÑO DE MAMÁ

Debo decidir ya qué hacer, pero siempre he sido muy indeciso, y más aún bajo presión. Ojalá mi madre pudiera ayudarme, seguramente me daría una colleja y diría: “Vete para casa que ya arreglo yo la que has liado”; y eso sería un gran alivio para mí. Pero aunque está aquí conmigo no puede hacer nada, y tengo que tomar yo solo la decisión sin más demora, ¿llamo a la policía y confieso o escondo su cadáver?

El armario

LA MUÑECA

El armario donde acababa de encerrar a su muñeca tenía tres cerraduras, dos candados y una rejilla. Porque su muñeca no era de trapo, ni de plástico. Porque no era una muñeca.

VALIENTE

El armario donde acababa de encerrar a su muñeca y a su hermana era el mismo donde mamá las encerró tantas veces, para que no les ocurriera nada mientras luchaba con el monstruo. Mamá ya no estaba y escuchaba los pasos y las voces de la bestia, así que ahora ella debía proteger y pelear, porque era mayor, ya tenía ocho años.