LA BÚSQUEDA
Desde ese día nadie vende barquillos en el parque, ni cómics en el quiosco, ni golosinas en la plaza. No se oyen risas ni gritos y la quietud envuelve al pueblo. Las personas mayores, antes tan críticas con la velocidad de balones, patinetes y bicicletas, ahora murmuran apesadumbradas sobre la ausencia de barullo. El alcalde permanece escondido en su casa, incrédulo y arrepentido. Padres y madres recorren sin descanso el bosque de las afueras, angustiados. En el cuento fue mucho más fácil encontrar la flauta.