El fin del mundo

Fisterra

Imagen de Carlos – La estaca clavada

—¿A dónde vamos?

—Juntas, al fin del mundo.

Sesenta años después resonaba esa respuesta en su memoria, mientras su vista cansada se perdía donde no distinguía si era cielo o mar. Había conducido muchas más horas de las que las lumbares aguantaban sin atormentarla, pero no quiso hacer noche por el camino. Eso le habría impedido cumplir el plan propuesto: recrear aquel primer viaje con Pili en su Seiscientos, marcado por tantas primeras veces.

Había madrugado más que el sol. Aún era de noche cuando dejó atrás Debagoiena y se adentró en la sinuosa carretera del puerto de Kanpazar. Las primeras luces del día le permitieron distinguir la torre de Petronor. Cuánto mejor la vista hacia el otro lado, a la oscura playa de la Arena, que en unas horas comenzaría a llenarse y en donde, ese verano, solo los más madrugadores conseguirían sitio. Seguir leyendo