Mi madre es modista. Yo coso los rotos de los pantalones; cómo, ya es otra cuestión. En todo caso, mejor que ella no los vea. Bueno, como iba diciendo, mi madre es modista. Y cocinera, limpiadora, contable, educadora, asesora, representante, cuidadora de niños y ancianos, vigilante de veinticuatro horas, organizadora de eventos… y seguro que me dejo algo.
Este domingo es el Día de la Madre. El día de todas las madres. Colonias, flores y demás detallitos están muy bien, pero ¿qué es lo que una madre más desea? La felicidad de los suyos, está claro; y, si somos felices, es en gran medida gracias a ellas. Por eso, he encontrado el mejor regalo para las madres, aunque sea algo que no piden ni esperan: reconocimiento. Pensemos qué ha hecho la nuestra (y hace, para los que tenemos esa suerte) por nosotros, en su influencia en nuestro recorrido vital y en lo que somos hoy en día, para decírselo el domingo. En una postal, por guasap (un poco cutre, pero es algo), por teléfono o, si es posible, mientras la abrazamos. Seguro que le gustará más que nada. ¡Convirtamos ese día comercial en un día emocional! Seguir leyendo