EN EL CAMPING (Relato infantil)
A Miren le encantan las vacaciones. La noche anterior a irse se pone nerviosa: le cuesta dormirse y tiene que levantarse dos o tres veces para hacer pis. A la mañana siguiente, tan temprano que aún no está el sol en el cielo, su madre la levanta y la baja en brazos al coche. Sus padres ya han metido las bolsas en el maletero y enganchado el remolque al coche.
El viaje es muy largo. Primero duerme, hasta que paran a desayunar, en un bar tan grande que hasta tiene una tienda dentro. Después juega con algún juguete o al veo, veo con sus padres. A veces dibuja. Poco, porque si no se le revuelve la tripa y vomita, como en aquel cumpleaños de su prima Amaia, después de comer muchas chuches y tarta.
Más adelante comen un bocadillo. Luego se echa la siesta y cuando despierta sabe que están cerca: hay palmeras, esos árboles que siempre salen en las islas en los dibujos de la tele. Y hace mucho calor, le pican los ojos y huele diferente, a mar, dice su madre.
Llegan al camping y sueltan el remolque del coche. Miren espera mientras sus padres lo montan. Primero abren la tapa y levantan la tela grande azul que será su casa durante un mes. Le recuerda a esas cajas sorpresa que las abres y salta un muñeco. Solo que en vez del muñeco es como un chalet de tela. Y que no salta solo, hay que empujarlo.
Cuando llevan dos días allí, Miren le dice a su madre:
—Mamá, tengo que hacer pis.
—Espera un momento, ahora te acompaño.
—Puedo ir sola.
—No, cariño. Acabo esto y vamos las dos al servicio.
—¡Pero mamá! —Protesta—. Si está muy cerca. Y hemos ido un montón de veces estos días. Además me acordaba del año pasado. ¡Déjame ir, porfa!
—Bueno, vale. Pero no te entretengas con nada. Vas y vuelves.
—¡Sí! ¡Gracias, mamá!
Miren va andando rápido y fijándose muy bien en el camino. Llega al servicio, hace pis y sale corriendo. Está deseando que su madre vea lo bien que lo ha hecho y lo mayor que es, ¡ya tiene cinco años!
Su tienda no está donde debería estar. Se queda quieta y mira alrededor. Piensa que seguramente es la siguiente calle. Pero allí tampoco está. Sería la anterior. No, tampoco. Se mueve de un sitio a otro, mirando por todos los lados. Nota que respira muy rápido y le entran ganas de llorar.
Ve un remolque marrón y se acerca. Delante de él, sentada en una hamaca, hay una mujer. Le pregunta muy rápido:
—¿Sabes dónde hay una tienda igual que esta pero azul?
—No sé. ¿Qué pasa? ¿Te has perdido? —La mujer le habla muy suave, parece simpática.
—Sí, he ido al servicio y ya no la encuentro.
—Vamos a hacer una cosa. Te acompañaré a la garita del guarda, desde allí avisará a tus padres por megafonía.
Le da la mano y la lleva hasta la casita de la entrada. Dentro hay un hombre muy majo, siempre les dice algo cuando pasan por delante.
Le pregunta cómo se llama y cuántos años tiene. Luego aprieta un botón y dice que se ha perdido una niña de cinco años que se llama Miren y lleva un bañador azul. Habla bajito pero se oye muy alto fuera de la caseta.
Enseguida viene su madre corriendo y la coge en brazos. Da las gracias a la mujer de la tienda marrón y al señor de la caseta y la lleva de vuelta a su tienda, sin bajarla al suelo. Abrazada a su madre, Miren piensa que ya no quiere ser mayor.
Me gustó mucho! ¿Es autobiográfico? Abrazos, Luna
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En esencia sí… me perdí en un camping volviendo del servicio y teníamos (aún tenemos) un remolque azul. Cuánta inspiración da la experiencia 🙂 Un abrazo.
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Es que lo has contado como si lo hubieras vivido… Y esas cosas no se olvidan. Abrazos para ti!
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No se olvida no, ja ja. Gracias, Claudia.
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Eso le pasa por no hacer caso…Esa muchachita jajajajaa Algunos detalles como lo del gerundio. Pero me gustó. Saludos.
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Niños y mayores a veces solo aprendemos con la experiencia, por mucho que nos avisen…
Si no es mucho pedir, ¿podrías indicarme ese gerundio erróneo? He releído buscando alguno de posterioridad pero no lo he encontrado. Y cualquier otro error o sugerencia también lo agradezco :). Está revisado por mi profesor del curso, pero ya sabemos que para corregir cuantos más ojos mejor.
¡Gracias! Buen domingo.
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No es que esté mal. De ninguna manera. Ejemplo: «Está deseando que su madre vea…»
¿Y si pones » Desea que su madre vea…»? Te repito, me gustó. Sólo que no me agradan los gerundio.
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Pobrecita… Lo que no sabe esque algunos mayores tampoco quieren o queremos. Un niño de cinco años nunca debe ir solo o sola si es niña, y menos en estos tiempos. Te felicito, me encantó tu relato. Besos a tu alma.
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Estaría bien poder volver a ser niña de vez en cuando. Muchas gracias. Un beso.
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Los campings son como pequeñas ciudades con sus calles y cruces. Aprenderá de su experiencia como todos hemos hecho. Lo importante es que no coja miedos. Una curiosidad, cuando de pequeño iba a comprar el pan, mi madre encargaba a mi hermana mayor que me siguiera a distancia a ver si me entretenía o si me perdía y eso que era a la vuelta de la esquina. Me enteré muchos años después del curioso método. Un abrazo Luna.
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Tu hermana debía ser muy sigilosa, si nunca te diste cuenta, je,je. Está muy bien porque coges autonomía y tu madre se queda tranquila. Un abrazo.
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Es un relato muy tierno Luna, las niñas pequeñas observan el mundo desde abajo y por eso resulta muy facil que se despisten, por suerte los campistas son una gran familia y siempre permanecen vigilantes. Un beso. Tengo una proposición que hacerte:
La noche de la partida le cuesta dormir y tiene que acudir varias veces al baño.
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Uy, después del susto, o despierta a su madre o se mea encima… Gracias, Carlos. Un beso.
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Un relato realista y agradable
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Muchas gracias, Juan, y ¡bienvenido!
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Muy bonito, y me trae muchos recuerdos, yo no iba de camping, pero si recuerdo haber salido de nadar y al volver a la playa no localizar donde estaba mi familia en la arena…
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Eso también es un clásico, buscar la sombrilla del color que fuera pero no saber ni si estaba hacia la derecha o hacia la izquierda… ¡Gracias!
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Siempre me inquietan las historias de niños perdidos 😱😊
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Yo desde que tengo hijos no veo películas de desapariciones. Pero bueno, está basado en mi propia experiencia y aquí estoy…
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¡Hola! Una entrada genial, y un blog muy bonito. Me gusta. Ya tienes a otro seguidor más. Me pasaré siempre que pueda.
Yo no he sido muy asiduo a los campings. Ya me hubiera gustado que mis padres hubieran tenido la costumbre de ir de camping cada verano. Las pocas veces que he ido (creo que sólo han sido tres en toda mi vida) me ha encantado. La vez que mejor me lo pasé fue hace ya tres veranos, en un camping muy bueno de Conil, provincia de Cádiz. Estoy deseando organizar una nueva acampada.
Buen verano, que se te haga largo y pásalo en grande.
Nos seguimos leyendo.
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Muchas gracias, Álvaro, y ¡bienvenido!
Nosotros íbamos de camping cada verano, para los niños yo creo que es lo mejor. También estuvimos en Conil, pero ha llovido mucho desde entonces (bueno justo llover por ahí, igual no ;))
Pásalo muy bien tú también. Un saludito.
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Recuerdo una salida de camping en el que mis hijos y varios chavales amigos se perdieron en el campo (¡no me preguntes cómo!!). Aparecieron al cabo de unas horas amontonados con sus bicicletas en la zona de carga de una furgoneta conducida por una pareja del SEPRONA. ¡Había sido la aventura de su vida! Por mi parte, recuerdo esas horas de incertidumbre como las peores de mi vida. Un cuento chulísimo como siempre.
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Vaya susto, sí. Mi marido un día con el mediano (2 años) ya se llevó uno bueno también, en los vestuarios de la piscina. No lo encontraba y nadie lo había visto pasar por ningún sitio. ¡Estaba escondido en una taquilla! Creo que fue como un cuarto de hora.
Muchas gracias 🙂
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Bien elaborado y mejor que hayas dejado la tv para escribir porque lo haces de maravillas.
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Oh, muchas gracias 😊
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